myfreecopyright.com registered & protected

jueves, 25 de noviembre de 2010

Salvedad.

Resultó ser cierto: Él la amaba. Y cuando el dulce resplendor de sus ojos recorría mirada con mirada el arribo de un nuevo sentimiento, él escuchó su llanto. En su pecho sintió a carne viva la opresión y, comprendiendo perfectamente su dolor, apoyó suavemente sus labios sobre los de ella. Sus manos recorrieron su rostro, corazón con corazón latían juntos, cuerpo con cuerpo sintieron la calidez de la ternura. Separarse para ellos fue una especie de tortura, pero a la vez el comienzo de algo nuevo.
Ella agarró un cigarrillo, él observó el sensual movimiento con el que lo acercaba a su boca. Lo encendió. Era una luz tenue la que provocaba el fuego frente a una habitación sólo alumbrada por la luminosidad de la luna, pero para él esa pequeña luz alumbraba el rostro de la dama tanto que podía ver sus ojos claros con perfecta claridad. Ella sonreía avergonzada por su mirada constante, hasta llegar a desprender una risita inocente.
Esa noche fue especial. Miraron frente a un gran ventanal las estrellas y la gran luna que se lucía en el cielo. Beso tras beso ella olvidó su dolor y en cuánto a él... descubrió lo que era el amor.


Pero como muchos hombres... tras el amanecer lo olvidó.

PD//No es nada personal. Sólo es algo que se me ocurrió.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

22/10 = Green Day





Un mes. 31 días. Millones de emociones. Un par de peleas. Varias lecturas. Una nueva amistad. Momentos de cambios repentinos. Salidas diferentes. Una pérdida. Cosas que cambian, no así el sentimiento. 744 horas de haberlos visto en vivo. 44640 minutos de haber llorado con una canción. 2678400 segundos de haber vivido el mejor día de mi vida. 
El cielo se llenaba de nubes, a diferencia de como lo había imaginado. Los nervios eran mas fuertes que cualquier otra cosa, incluso más que la ansiedad. Estaba extasiada de euforia. Entré a Costanera Sur. Tocó Massacre. Seguía nerviosa mientras iba cada vez más adelante. Su voz comenzó a danzar junto al viento. Una guitarra, un bajo y una batería formaron una melodía. 


Latidos.


Latidos.


Sólo eso escuchaba. Era mi corazón, expresando una vez más lo que sentía.


Sólo los veía a ellos, indefinidos, como la sombra de un sueño. Creí haberme sentido mareada pero aun así, intentaba seguir el ritmo a quienes saltaban al compás de la música. 


 Sabía que eran ellos.


Había escuchado sus canciones una y otra vez durante parte de mi infancia y durante mi adolescencia. Eran ellos, los había visto en fotos y en vídeos.


-Son ellos- Intentaba convencerme.


Las canciones seguían sonando. Billie Joe mojaba a la gente e invitaba a pasar a sus fanáticos al escenario, yo lo miraba... queriendo estar a su lado. Miraba cada movimiento que hacían aquellos seres que yo consideraba celestiales.


Good Riddance llegó, una de las últimas canciones, y con ella una lágrima, el símbolo de que esta allí.


Hoy, a un mes, cuando pensé que no podía amarlos más... 


Me doy cuenta de que el amor por ellos no tiene límites.

martes, 9 de noviembre de 2010

Sobre un momento en el que la noche fue larga...

Cuando la mente supera los límites de la piedad y no deja de recordarte acerca de un ansiado alejamiento, comienza el perverso juego en el que te ves obligado a jugar. Un momento en el que la noche fue larga, empiezo a sentir tu dolor y logro comprender que soy la que lo provoca. Un parte de mi, por más lejana a mi que se encuentre ahora, te pide que lo comprendas. Intento evitar aquellas pequeñas situaciones que son inevitables pero muevo la ficha equivocada y tus intentos por vencer comienzan a ser en vano. Repito la acción, supero los limites, hasta que te ves atrapado frente a mis movimientos. El juego termina, decepcionado te vas y quedo sola con un tablero. Lo miro atentamente para saber qué hacer con él pero al adentrarme en él, no logro guardarlo.

Eso no es ganar...

domingo, 10 de octubre de 2010

Desliz de emociones.

“Mas dichosa es en la Tierra la rosa cuya esencia destilamos, que la que, marchitándose en su tallo virgen, crece, vive y muere en bendición solitaria”
William Shakespeare.


Mi tierra está clamando el nombre de un ser que la ha abandonado: yo, la persona que se dejó llevar por la superficialidad que beneficia a mi nuevo apeadero. Agudizo mis sentidos al ir alejándome de ella, oigo el llanto de su bandera, toco su triste alma con mis dedos, siento el sabor mismo de la fúnebre desolación, veo la decepción en su rostro… huelo la añoranza acechar en mi interior. 
No sabía lo que dejaba atrás, pero con el tiempo mi Patria se acordó de mí. Vi por la noche el alma de una aurora, oí la armonía del aire dilatado en las sombras y supe que ella me había enviado una señal. Es en vano luchar por describir con palabras lo que aquello me hizo sentir, pero sí puedo decir que el resplandor destilante de sus ojos desconsolados produjo un estrecho dolor en el instante en que eso sucedió. Me observó con esa mirada insufrible y pronunció algunas palabras despechadas.


-Mírate. ¿Hace cuánto que en el espejo no ves esa sonrisa esperanzada que veías cuando estabas pisando tu tierra? ¿Hace cuánto que no ves a los niños jugar en la vereda y pensar en ellos como un futuro prometedor? ¿Hace cuánto que no te lamentas por el sufrimiento de tus propios hermanos patriotas? ¿Hace cuánto que no oyes el ruido de las rotas cadenas, que no ves en el trono la noble igualdad? Podrías arrancar de tu corazón a tu Patria, pero ella nunca te arrancará de su alma.


Entre sueños me alejé de aquella voz, pero cuando supe que iba a morir, abrí los ojos y la reconocí: Argentina  seguía allí y yo iba a morir a su lado, escuchando el latir de su corazón incesante.

Con este texto salí primera en un concurso literario, espero que les guste =).

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Relexión.

Hoy me desestructuro de todo texto que pueda haber publicado antes porque realmente necesito hacer esta reflexión. Hace un par de días estaba en la plaza leyendo un libro cuando algo me llamó muchísimo la atención. Un niño pasaba de un lado a otro con su hermanito más pequeño. Este niño estaba por empezar la pubertad y seguía jugando en los columpios y toboganes. Y me empecé a preguntar ¿Sabrá lo que le espera? Y ese pensamiento llegó a otro de otra índole. La miré a la madre que no disfrutaba en lo absoluto de estar ahí, al aire libre. Su hijo sonreía, divertido y feliz de estar ahí pero su madre... perdiendo momentos hermosos. Y volví a preguntarme pero esta vez algo diferente: ¿Será que al crecer, al llegar a la adultez, uno se aferra al sufrimiento en vez de contentarse por cosas mínimas, por seguir vivo? o ¿Será que con el tiempo y a medida que nuestros cuerpos van cambiando olvidamos lo que significa sonreír con auntenticidad? Y si es así, concluí que no me gustaría crecer jamás. No quiero olvidar cómo se vive, ni quiero correr sin sentirme libre.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Lluvia.

Muchos se negaran a admitir que lo que digo tiene algo de cierto pero hoy no escribo para ustedes, hoy escribo para ella: la lluvia. Le escribo porque sus lágrimas inundan mi rostro, porque con el roce de su alma con la mía puedo ser capaz de, al cerrar los ojos, ver la profundidad con la que su aliento me da la libertad. Le escribo porque con el sonido de su llanto desgarrador puedo oír mi propio llanto, porque a las heridas que va dejando las puedo pisar àra recordar que existo. Es por ella que escribo ahora, que coloco mis manos y me siento acompañada por su frescura. Le escribo con cautela, respetando su posición, pero sobre todo con amor... ese amor que se siente por primera vez.

miércoles, 18 de agosto de 2010

Really outside my heart.

El fuego ardía mientras el humo invadía la blancura del cielo. La lucha en mi interior estaba comenzando. Mis pensamientos acechaban con tanta ferocidad que mis ojos dejaron de ver. Quedé cegada, perdida, alejada de cada sentimiento que en el pasado producía la aurora de otro mundo paralelo, diferente al que yo conocía como al producto de mi mente.
Las ideas peleaban las unas con las otras, tanto que varias de ellas resbalaron y cayeron en el fluido sanguíneo e hicieron el recorrido habitual que hacía al corazón latir y hacer circular cada sentimiento.
El atacante parecía verosímil pero no pude resistir la tentación de juzgar con la mente. Talvez la gravedad impedía que pusiera los pies sobre la tierra, me hacía volar hasta límites insospechados provocando una falta de equilibrio. Pero como cualquier ser volador… primero tuve que aprender a volar, pero fallé.

jueves, 12 de agosto de 2010

Adiós

El movimiento del vehículo, el ruído que retumbaba en mis oídos, el desequilibrio provocado por la rotación de sus ruedas junto al duro piso de cemento. Era un día de lluvia. Las gotas chocaban contra el cristal, se deslizaban, se besaban las unas a las otras y caían hacia el abismo. El vehículo seguía viajando mientras miraba a duras penas el paisaje desconocido. Recordé sus rostros tristes. Recorrí a tráves de mi mente el recuerdo a carne viva de sus manos luchando contra el viento para poder ir de derecha a izquierda en señal de despedida. Volví a mirar la lluvia caer y cada gota era señal de mi corazón roto, como si fuera mi propia sangre la que iba cayendo para así luego secarse y formar una herida.
Llegué. Veía aquel lugar travieso que jugaba con el punto de partida, congeniando una disputa.... pero el único punto que yo podía ver era uno negro, oscuro, que penetraba en mi alma corazones rotos y personalidades en ruinas.

domingo, 1 de agosto de 2010

Mentiras.

Una palabra hace eco y retumba en mis oídos. Intento comprender la verdad en aquella frase hasta lograr reconocer que todo era irreal, falso. Te miré a los ojos, no notaste aquel inoportuno descubrimiento y continuaste con tu relato. Talvez el dolor hubiera sido ajeno si esto realmente hubiera sucedido pero todo era producto de mi mente, la verdad estaba oculta, sin ser dicha. Había creado el momento para no enfrentar la realidad: la mentira latente que provocaba angustía y soledad. He de concluír que una mentira es falta de tolerancia pero limitarse a siquiera decirla es falta de esperanza.

CRISIS.

Escribo sentada, sobre una hoja sin frases, sin escencia y sin moralejas. Lo hago sobre un libro que desconozco, escuchando voces lejanas que rompen la pasión de una mente que se encuentra en blanco. Hojeo el libro que utilizo como sostén, huelo su aroma, siento su textura, encuentro la conexión entre ese objeto que tiene diversos significados. Lo cierro, cansada de saber que no puedo lograr manchar esta hoja. Me enfado con ella por su falta de piedad, por seducirme y dejar que mis inseguridades aparezcan. Pero vuelve a hacerlo una y otra vez, sin yo poder dejar de caer en sus garras.

María Paz.

Te extraño. Extraño cada palabra dicha, las de consuelo, las cómicas, las de reproche, las necesarias. Escuchando tu voz miles de recuerdos aparecieron en mi mente. Es de suma importancia mencionar aquellos momentos que venías ansiosa, con las novedades que flotaban en el aire. Cuando estuviste a mi lado en toda ocasión: enferma estaba y las sonrisas curaban, triste me encontraba y tus palabras sanaban, eufórica estaba y tus risas anhelaba.
A pesar del viaje puesto por la vida, allí estaré... como cuando tú estabas para mí. Mi querida amiga, en estre tren sin partida, diré: hasta el próximo reencuentro.

Soledad.

Un dolor punzante, proveniente de lo más profundo de mi alma, recorría cada céntimetro de mi débil piel convirtiéndome en un ser demasiado solitario como para ser parte de la tan desquiciada sociedad.




He de confesar que ese oscuro pasado me atormenta durante la noche, dándome a saber el cruel destino que está acechando a mi vida. No puedo huir de él, ya que ha provocado heridas tan profundas que ha dejado cicatrices: el temor a la sociedad. Soy un ser extraño, he de admitir.

El espejo reflejaba una imagen devastadora, cruel e incluso aterradora. Mis destellos castaños se encontraban fuera de orbita y mi mirada era tan profunda que daba a conocer el reflejo de mi alma. Me atrevo a decir que ni siquiera mi vestimenta era la apropiada para pertenecer a la humanidad. Ese perfil de mi no ayudaba a combatir la depresión que padecía, hasta lograba abrumarme.

Dada la circunstancia, intenté vencer el miedo y salí a las calles eternas. Logré notar que la luna no lograba alumbrar ningún sector y de hecho esa oscuridad no cooperaba demasiado.

Algo llamó mi atención. Miré a mi costado y ví que realmente no estaba sola.

Sonará demasiado singular a lo que a mi respecta, pero hoy decidí matar la soledad y me refugié en el amor... sin importar que eso pudiera lastimar a mi frágil corazón.

Caída

Y cae. Luego de un lento proceso, cae. Su rígido y frágil cuerpo va cambiando de posición. Primero boca abajo, luego de costado, evitando que el féroz viento acabe con su belleza. El aire entra en su interior, dejando su alma vacía, llena, sacando esa suciedad que había estado acumulando durante tanto tiempo luego de haber estado en el mismo sitio sin que nadie lo mirase. Pero por fin cae, siendo ese el final de su vida. Se hace pedazos y logra ser derrotado frente al duro atacante que lo mata sin piedad. Ese enemigo, ese al que tanto había temido antes de su muerte, miraba desde abajo pero frío, con dureza. Él ya sabía que iba a salir triunfador, no temía por la vida de aquel criistalino ser. La muerte le parecía ajena y se sentís indestructible, y así era en verdad: capaz de asesinar a cualquier ser que cayera e interviniera en su camino.


Una lágrima cayó en mi mejilla, igual que el jarrón que terminó haciendose añicos luego de caer al suelo. Iba a echarlo de menos.