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lunes, 19 de septiembre de 2011

Lunes, cruel realidad.

Nueve y media de la mañana y la luz del sol aún era tenue. Mujer de perdidas miradas y profundas soledades miraba sin mirar, queriendo salir de aquel lugar que poco a poco la iba sofocando sin que pudiera hacer nada al respecto.
Odiaba los lunes, sabía que ese era el día en que la realidad iba a reprocharle cada sueño roto. Cinco palabras y muchas más lágrimas, realmente no le gustaba la idea de pensar que durante dos noches se había olvidado de lo que era sentir... dos días sin pretender sonreír, sin amores desencontrados ni viajes de tristezas hacia un lugar oscuro: el abismo.
Cinco días más, pensaba, pero el reloj no avanzaba... se había pausado para que viera detalladamente cada cosa y problema que debía resolver. El reloj ya no hacia "tic tac". Su corazón ya no latía más. Su sangre se congelaba al igual que su piel, el abismo la había llevado con él, la tristeza de su corazón aún seguía latente y cada vez era más fuerte el sentimiento de soledad.
El lunes la había matado, pero ella seguía respirando...

lunes, 12 de septiembre de 2011

Le decían que de un aprendizaje maduraría... pero no quería moverse, estaba demasiado cómoda como para pensar qué ficha debía mover. Le preguntaban si se animaba a reír, a soñar, a jugar con esos sueños que se suponía que tenía que fabricar. Pero bajaba la cabeza, tímidamente, y decía que si. No lo sentía, se había olvidado cómo reír y cómo soñar, se había olvidado lo que se sentía volver a creer. 
La habían dejado sola, le habían sacado las ruedas de la bicicleta para que pudiera ser libre, para que ya no se sintiera atada a eso que tanto la estaba sosteniendo.
 De más está decir que no supo aprovecharlo. La libertad no quería jugar con sus destellos, ni siquiera podía sentir el aire ingresando en sus pulmones. Negó que se habían ido, e intentó volar.. pero se caía una y otra vez hasta que se cansó de intentarlo. 
Lo único que sabía era que extrañaba esas viejas ruedas. No quería crecer... sabía que más tarde, cuando aprendiera a usar su bicicleta, los autos podrían atropellarla... y las calles de sueños rotos le parecían demasiado peligrosas como para arriesgarse a caer en el abismo... un abismo donde ya no existiría vuelta atrás.

domingo, 11 de septiembre de 2011

lunes, 5 de septiembre de 2011

Bajo la luz del Sol.



Le gustaba bailar bajo una tenue luz que provocaba el sol al aparecer por el horizonte. Cada vez que lo hacía y sentía el calor que descendía lentamente por su cuerpo, no podía apartarse.
El cielo le parecía hermoso cuando cargaba tanta luz, y las nubes que se apartaban para dar lugar a la inmensidad de un cielo azul, le iluminaba el alma. La música tomaba posesión de sus pies hasta que caía, agotada, en un césped de un verde brillante y de una suavidad casi imposible de no sentir.
¿Cómo pude haber cambiado tanto? Se preguntaba todas las noches bajo una somnolencia superior a ella, mientras el recuerdo vivo de su imagen a la luz del sol amenazaba con manipular sus sueños.
Ella lo sabía, ya no era la misma. Lo que antes disfrutaba hacer con tanta devoción y de la manera más sana, ahora le parecía aburrido. Su luz ahora se prendía al encender con fuego el néctar de los dioses, al sentir la adrenalina que provocaba el alcohol al circular por sus venas... y vivía en una realidad diferente, y en cierto modo más sana para su corazón que se encontraba en pedazos.
El sol ya no la iluminaba. La inmensidad del cielo había devorado ferozmente toda esperanza, toda risa... todo momento de felicidad. Hasta que por fin la noche dejó cegados sus ojos... se había cansado de bailar bajo la luz de sol.




PH: NICO SCHIJA

martes, 30 de agosto de 2011

             El futuro aún es nuestro




“Tendremos que arrepentirnos en esta generación, no tanto de las malas acciones ni de la gente perversa, sino del pasmoso silencio de la gente buena.” -Martin Luther King


Miraba el flamear de la bandera, sutil encanto que derramaba lágrimas de pobreza y destrucción. Una revolución se aproximaba, las voces del pueblo querían justicia, el latir de una clase obrera hacían eco para lograr ser escuchados, las incesantes palabras de las clases altas ponían en juego la estabilidad de un país que estaba a punto de ser arrojado sobre tierra y mar. Niños llorando buscando a sus madres, adolescentes lastimados en carne y hueso con los pedacitos de país que cortaban sus pies descalzos, mujeres golpeadas por un viento destructivo que amenazaba con llevarse a los débiles, hombres incapaces de abrazar a la Patria con sus enormes brazos… las risas se habían esfumado, la revolución estaba comenzando.


Hasta que apareció. Caminó despacio entre la multitud, ésta callaron sus voces ante la presencia de aquella mirada aterrorizante. Se paró en seco al llegar a ese pequeño espacio que dividía al pueblo con el poder, y el silencio se volvió casi intolerable.


Lo habían elegido, esa era una realidad, pero de nada había servido… porque, al igual que en ese instante, habían tenido que silenciar todo pensamiento por temor a ser penetrado con la mirada de aquel hombre poderoso.


Le llamaron dictadura, pero no estaba ni cerca de ser una. Eran simplemente esos ojos despiadados los que limitaban la libertad de expresión… no era ni una palabra ni un acto violento, era solo ESA manera inquietante que tenía al observar. Por esa razón subió a la cima, porque su mirada era diferente a las demás. Y por este motivo, el pueblo clamaba por compasión.


Sin embargo, su corazón estaba cargado de causas nobles, pero ya era en vano… toda una sociedad se encontraba ahora en llamas. La revolución había quemado sus cuerpos con ese fuego que absorbía lentamente las almas que se encontraban en paz.


Él, hombre superior, sonrió por primera vez en sus cinco décadas de vida, pero ya nadie podía verlo. A la oportunidad de cesar los llantos se las había llevado el viento… o el fuego.


Ahora sonreía, pero ya no podía quedarse. Ver morir a su pueblo marchitaba sus esperanzas, convertía esa sonrisa en lágrimas. Por eso, cuando se convirtió en el salvador, en el que su país necesitaba, se marchó cargado de dolor… pero si hay algo que puedo asegurar es que siempre mantuvo su corazón teñido de celeste y blanco.

sábado, 13 de agosto de 2011

Fuera de lugar

Hoy quería escribir algo diferente, ya que hace mucho tiempo que no subía. Pido perdón por mi ausencia. Bueno, y tengo otra noticia.


Fuera de lugar:

Simplemente no tengo qué escribir, no tengo ni las ganas ni las fuerzas suficientes como para hacerlo... pero sin embargo lo hago, aún sabiendo que el motivo es totalmente desconocido. Aunque tampoco quisiera aburrirlos, o.. tal vez ese sea mi propósito, no lo sé. La cuestión es que no tengo ganas de escribir pero lo hago igual aunque no quiera aburrirlos. La mente humana es así, dice lo que tu corazón quiere oír. Error. Mi corazón me abandonó hace mucho tiempo, ¿O es que en verdad nunca lo tuve?
Por esta razón, porque quiero aburrirlos, les voy a contar mi historia... espero que ocasione risas entrometidas. Así que ya no soy yo.. es mi mente retorcida la que va a jugar con sus emociones, espero no ser responsable de lo que vayan a pensar.
Mi gran problema siempre fue, según las normas establecidas por la sociedad, fue que nunca quise dar nada por alguien. Me casé, tuve hijos, trabajé, pero siempre vivía aburrido así que no tuve opción y maté a mi esposa. Claro, para todos era un hecho catastrófico pero para mi nada con demasiada relevancia. La verdad es que incluso creo que le hice un favor a la humanidad. Nunca me había gustado mi mujer, realmente... era el estereotipo de mujer perfecta, ya saben... pelo largo, ojos claros, madre ejemplar, trabajadora, de bien vestir. Pero era aburrida, siempre tenía la misma cara para diferentes situaciones de la vida. Y era feliz, y me molestaba. Era como si se despertara para mostrarme su felicidad a sabiendas de que yo era un ser sin sentimientos y que vivía molesto por todo aquello que no se concretaba en mi vida. Me caía mal, no la toleraba, no podía estar ni un segundo a su lado sin que ella me pidiera una sonrisa. Pero yo nunca supe sonreír, nunca supe abrazar ni consolar a nadie y no iba a aprender por alguien que ni siquiera me caía bien.
No sé, mi historia es tan aburrida que me aburrí yo. Pero tengo tanta maldad en mi cuerpo que continuar dejaría satisfecha a la gente que lee y que es feliz, y me molesta la gente feliz... A ustedes no?


miércoles, 15 de junio de 2011

Morir amando.

Este es una historia que remodelé de otra que ya había hecho antes, y esta me gustó mas :) Gracias por leer! 


Una mañana oscura, de esas que suceden en invierno,  Katherine, su ama, depositaba flores bajo el brazo de Annette Gallaher, que yacía muerta desde hacía días atrás. 
En el momento en que su alma se había reducido a un cuerpo sin vida, el ama, quedó impune ante una risa cargada de dolor. Tantos años había servido, que este acontecimiento, para nada menor,  sería motivo suficiente para pensar que su señora había renunciado a ella.
Apenas  meditó sobre lo ocurrido supo que había sufrido demasiado segundos antes de morir y se apenó sobremanera. Como consuelo recordó una frase de Oscar Wilde que decía: "Aquel que vive más de una vida, tiene que sufrir más de una muerte" y se dijo a sí misma que aquello había sido.
Era tal la nostalgia que sentía que llegó a creer que el amor jugaba entre las sombras, produciendo siniestras caricias a su corazón para luego arrastrarla hacia el abismo, de manera tal que pudiera alimentarse con su alma. Pero ella en el fondo sabía que Annette no le haría tal cosa, que simplemente el destino se la había llevado.
-Iré enseguida. Debe usted ser capaz de esperarme, he de prometer que no será demasiado el tiempo que usted espere.- Dijo en una ocasión Katherine, resignada por lo que iría a pasar.
La señorita Gallaher se vio obligada a aceptarlo y bajó, sin cuidado alguno, las escaleras que la llevarían al comedor. Allí se encontraba Orter, alguien que ella desconocía, pero que sin embargo el compromiso les llamaba a los dos.
-Ortner Mayerhofer.- Pronunció, estirando la mano de manera educada.
-Annette Gallaher.- Dijo mientras su mano derecha era rozada por los labios de su nuevo amor.
Al escuchar su nombre, Anne no se emocionó. Su sonrisa sólo había sido provocada por la comicidad del nombre de Ortner. Siquiera quería conocer a aquél ser que ansioso estaba ante la belleza de su futura mujer.
Pasos se escucharon, su ama por fin había bajado. Miradas y más miradas, las que eran provocadas por una situación completamente incómoda.
-Ortner Mayerhofer.- Dijo, pero esta vez sólo por ser cortés.
-Ella es mi ama, Katherine. Años me ha servido y años más me servirá.- Tuvo que decir, dejando en claro que un matrimonio no la distanciaría de su sierva.
El sonido de la puerta retumbó en sus oídos, motivo por el cuál nadie pudo contestar. Un señor elegante y de mirada sagaz, entró de la mano de una mujer que cargaba belleza en su piel. Ésta, era tan adulta como el hombre, pero a pesar de sus signos de vejez, no había perdido aquella sonrisa juvenil con la que solía presumir hacía una década atrás.
-¡Qué presa ha capturado tu padre para ti, Annette querida!- Dijo Adeline, la bella mujer que parecía ser su madre, dado el parecido entre ambas.
-Tonterías dices, mujer. Este hombre no es una presa, es un caballero. Y es lo que he querido siempre para ti. Ha venido a pedirme tu mano y esto es lo que aceptarás.
- He de saberlo, padre.- Pero en su mente rondaban pensamientos agresivos hacia él.
Para Katherine todo era un eco de palabras, no era capaz de comprender ninguna cosa de lo que decían sus acompañantes. Creyó inclusive sentirse mareada, pero en vano era decirlo en voz alta. Miró a Annette y quiso rescatarla de su tristeza, pero nada podría hacer ante el impedimento por ser mujer.
-¡Qué inservible mujer que tienes como ama! Ni un té nos ha invitado.
-Pero es simplemente la mujer que amo, y ésta se encuentra enferma. Lamento comunicar que deberán pedírselo a otro de mis empleados.- Murmuró Annette.
Todos parecieron hacer caso omiso a lo que la señorita Gallaher  había pronunciado, excepto Katherine… que la miraba con ternura. Nada le hacía más agraciada que escuchar por primera vez el sonido de la voz temblorosa de su señora diciendo que le amaba.
-Te amaré, Annette. Prometo hacerlo. Por esta razón, quisiera tomar tu mano y hacerte mi esposa.
Nada le molestaba más a ambas que escuchar a ese caballero que tan poco sentía por una de ellas. Gallaher se rió nerviosa, y se cargó de valor.
-He dicho que la Señorita Katherine es la persona que amo, y no me casaré hasta que el amor cese.
El ama al recordar esto esbozó una sonrisa. Su mente divagó hasta ese recuerdo profundo, donde por última vez la amó, donde pudo sellar su amor con un beso, donde pudo creer que el destino votaría por ellas.
Pero también recordó ese último suspiro, donde las manos gigantes del señor Gallaher aplastaban el cuello de su hija, donde lágrimas caían, donde sufrimiento se veía.

viernes, 6 de mayo de 2011

Bajo el efecto de...



“Bajo el efecto de…”

“Bajo el efecto de…”

“Las palabras no son tanto de quien las dice, si no de quien realmente las siente y vive su mensaje.”
Sergio Olarte

Con tal profundidad, como si mirara al horizonte dibujado entre sus manos, recibió un libro de Bécquer  que le entregaba su amante. Recorrió con sus dedos, largos y finos, la tapa dura y de edición antigua. Inmediatamente supo lo que hacer con él. Abrió cuidadosamente el libro y abanicó las hojas para sentir su aroma, se empalagó de aquel perfume que olía a humedad, encontró el punto exacto entre su alma, unida al pálpito de las hojas chocando entre sí, y el dulce sabor que provocaba el roce de las páginas contra sus labios.

Luego de aquel proceso observó detenidamente las frases, escritas bajo el dominio de un pulso erudito y marcadas con tinta de color azul, que decoraban la primera página, y entre idas y vueltas decidió leerlas en voz alta.

“Ante la luz tenue que se refleja en mi ventana, el alma de un poeta desciende de las sombras. Entre mis manos aparece esta obra que se comprometió a conquistarte… como yo, para que nunca se apague tu luz interior, para que siempre recuerdes cómo late un corazón.”

Debajo de la inscripción, estaba anotado un nombre al cuál besó con su memoria al recordarlo. Su amada ya se había ido, pero no pasó demasiado tiempo que ya habían vuelto a verse.

Luego de un cordial saludo, Jacobo alzó la vista al nivel de los ojos de su acompañante. Ya había oscurecido y no había suficiente luz como para ver su rostro con claridad, pero sin embargo le agradaba sentir el aire dilatado en las sombras, le agradaba oír su respiración bajo el efecto nocturno.

Se acercó lentamente y murmuró unas palabras en su oído.

-¿Por qué no puedes amarme de la misma manera en la que lo hago yo?
Al pronunciar esas palabras, su voz se apagó y perdió el ritmo. Sintió el estropicio de un corazón sin destellos ni estupor, por lo que se vio obligado a separarse de ella. Era tan fuerte su dolor, que sus cabellos dorados ahora le parecían de color marrón, que la belleza femenina de la mujer a la cual amaba había perdido su esencia.

-Podrá no haber poetas, pero siempre habrá poesía.- Contestó sin inicios de culpabilidad.

-¿Qué quiere decir eso? ¿Es que acaso tiene algo que ver con lo que he preguntado?

-¿Qué sucede?- Pregunta con desesperación- Dime- Hace una pausa, pero se apresura a hablar-¡Silencio! Es el amor que pasa.

-¿Entonces me amas? Si has dicho eso… ¿Entonces es lo que sientes?- Preguntó esperanzado.

-Ni aún sé lo que creo, sin embargo, éstas ansias me dicen que yo llevo algo divino aquí dentro.

Tras escuchar estas palabras, Jacobo se acercó a tal distancia que sus labios casi se sumergen en un mar de olas atrayentes de sentimientos verdaderos.

-Besa el aura que gime blandamente.

Su corazón comenzó a reclamar obediencia, por lo que desnuda el cuerpo de su amante. Ansiaba su cuerpo tanto como deseaba su alma, deseaba sus brazos tanto como deseaba a sus piernas.

Ante tal belleza se producía poco a poco una pasión que ni siquiera habían provocado y, bajo el efecto de un sueño, se recorría la realidad.

-De ansia de goces mi alma está llena-Dijo, como si pudiera leer la mente de su compañero enamorado.

Tal declaración inquietó a Jacobo, quién estaba a pocos centímetros de su boca. Podía oler claramente el dulce aroma de su piel, podía sentir el tacto de sus pechos endurecidos y a las manos de ella rodear su cuello ancho.

Comenzó por su pelo mientras besaba sus labios con delicadeza. Descendió lentamente hasta llegar a sus pechos y se introdujo en ella hasta finalizar.

La pasión se esfumó al igual que su amada pero no sintió decepción alguna. Ya había olido sus hojas, ya había leído sus páginas, ya había creído en sus palabras, ya se había despedido de su tapa.

-¿Por qué no puedes amarme de la misma manera en la que lo hago yo?

Se respondió a si mismo porque esta vez Bécquer no respondió. Había hecho el amor con un objeto inanimado, se había sumergido en su historia… pero la obra ya había finalizado, ya no podía introducirse en tan bellas palabras.
                                                                            FIN

CREEN QUE PODRÍA IR A UN CONCURSO LITERARIO?

jueves, 14 de abril de 2011

Retorción



Desde un vientre rozó la caricia de un alma infectada por una dulce espera. Hasta que por fin se concretó. El viento le molestaba al atravesar sus pupilas, el peso de su cuerpo le dilataba la mirada... un oscuro resplandor retrocedía y avanzaba ante su presencia, formando un cierto movimiento indeciso.Sus huesos con el tiempo cambiaron de tamaño, sus labios empezaron a pronunciar palabras cargadas de seguridad que nadie comprendía, su caída se volvía reticente... pero soportable.
Un corazón latente descubrió el amor, ¡Y qué ocurrencia! Un palpito habría bastado para que dejara al sufrimiento en las oscuras aguas de las alcantarillas. Pero era así como el vientre, ocurrente, la había formado: con diferencias inoportunas que su entorno se vería obligado a aceptar, especialmente la dueña de él. Recorriendo lágrimas sutiles, puentes de desesperadas desgracias, calles de eternos rechazos propios, escuelas de enseñanzas que se hacen pasajeras, museos de arte confusa y vidrieras de cristales frágiles, se dio cuenta del no- beneplácito por parte de la sociedad acerca de su persona.
No le gustó demasiado aquel descubrimiento. Agachó la cabeza y pidió perdón con necedad por su nacimiento superfluo. No había un mínimo espacio para la duda. No había sido de elección personal amar a quien no se aceptaba. No había sido ella la electora de su propia felicidad, ni siquiera lo había sido por amar al sexo de quien le había dado la vida.

miércoles, 6 de abril de 2011

Tic Tac


"Nosotros matamos al tiempo, pero él nos entierra"

Toqué la puerta. El desesperante sonido de mi reloj de mano podría haberme afectado sobremanera si no hubiera sido por mi corazón, que latía aún mas fuerte suprimiendo así cualquier tipo de sonido irritante.
Abriste la puerta al fin y sentí cómo la suavidad de tus labios sobre mi mejilla lograba un cosquilleo que iba desde mi rostro hacia mi estómago. Me hiciste pasar. El tacto de tu mano sobre mi hombro era una caricia vacía, pero sin embargo dolorosamente placentera.

No te conocía en lo absoluto, pero algo dentro mio me decía que ya lo había hecho. Agarraste un libro, el motivo del encuentro, y me lo entregaste con una sonrisa... de aquellas que ni un solo palpito podría recompensar por su belleza.

Tic tac... el reloj marcaba las cinco, el horario de la despedida. Me pediste disculpas por no haberme ofrecido un café, mientras yo luchaba por perdonar al tiempo por su error de alejarme de ti.

Tic tac, aquel sonido desesperado volvía a sonar otra vez como si quisiera llevarme a otra dimensión.

La puerta volvió a abrirse llevando hacia el otro lado una oportunidad de la cual se adueñó el viento y yo quedé del otro lado.

La puerta se cerró, el dolor se abrió, el reloj volvió a sonar. Tic tac, en otra vida será.


jueves, 24 de marzo de 2011

Relato



Este es el relato de alguien que nunca soñó, que nunca se puso las alas para volar hacia un mundo ficticio, que nunca recorrió con sus manos la delicadeza de la fantasía absoluta, que jamás miró con sus ojos el poder tal de la ilusión, que no tuvo la posibilidad de caer en la más profunda somnolencia.

Este es el relato de alguien que nunca rió, que nunca se regocijó en felicidad, que nunca sintió sus ojos humedecidos ni a su estómago arder, que jamás percibió la necesidad de reírse en momentos inoportunos, que nunca cultivó granitos de alegría.

Este es el relato de alguien que nunca amó, de un ser que no aprovechó la oportunidad de sentir volar mariposas en su interior, que no acarició la belleza de un amante, que no tomó en brazos momentos de ternura, que dejó ir labios ansiosos por un beso, que soltó al aire a un corazón latiendo.

Este es el relato de alguien que nunca lloró, que jamás vio a sus propias lágrimas descender por sus mejillas, alguien que nunca sintió a su corazón partirse, que no notó a su cuerpo desvanecerse ni a su alma morir desconsolada.

Este es el relato de alguien que nunca enloqueció, que nunca atravesó un momento de euforia, que nunca grito palabras sin sentido ni sintió la llama de la locura expandirse por sus venas.

Este es el relato de alguien que nunca se percató de lo que era vivir.

Este es el relato de alguien que nunca existió.

sábado, 12 de febrero de 2011

Música bajo el recuerdo

En su cuaderno encontró un nombre y con él un recuerdo, en el recuerdo un lugar, en el lugar una caricia, en una caricia un rostro, en un rostro la belleza, en la belleza un sentimiento, en el sentimiento un sufrimiento. Se limitó a cerrarlo, era en vano llorar por amor.


El sonido del teléfono retumbó en sus oídos, pero sólo lo escuchaba en su subconsciente, era como si no estuviera en la faz de la tierra.


-¿Por qué no vamos a bailar?- Le dijo impaciente, como si hubiera estado aburrida por estar parada siempre en el mismo sitio.


La tomó de la mano, sintió a su corazón latir con fuerza, pensó en lo adorable que se veía bailando junto a esa melodía que desconocía. Y de pronto, se acordó de la pareja de su amada. Se rió desafiante, como si aquella noche fuera suya. Ella, sin saber el motivo, le sonrío. Una sonrisa que quedaría marcada en su historia.


Poco a poco volvió a la realidad. En su recuerdo eran dos corazones latiendo de la mano, en la realidas era un corazón latiendo en soledad. En el pasado era un ser que disfrutaba de estar al lado de quien amaba, en la actualidad, un ser desesperado porque la llamada fuera de ella.


Ante esta esperanza, atendió el teléfono.


-Buenas tardes, le llamamos para informarle...


Cortó el teléfono, lloró en silencio y soñó despierta.



miércoles, 9 de febrero de 2011

La conspiración de los sueños perdidos.

-¿ A dónde se van los sueños cuando mueren?- Me preguntaste aquella vez.


Recuerdo que me mirabas fijo y que tenías el pelo atado para el costado derecho, de modo tal que tus rulos caían entristecidos por el dolor que les generaba no ser libres. Esperaste un rato más hasta volver a hablar, pero esta vez tu voz sonó entrecortada. 


-¿Y cuando un sentimiento se pierde? 


Aproveché, y por un instante me limité a observarte. No podía apartar la vista de esos ojos que tanto había envidiado desde el primer momento en que te vi. 


-No lo sé- logré responder al fin- Sólo sé que tanto el uno como el otro, están relacionados.


De pronto sentí como si todas las miradas estuvieran clavadas en nosotras, ¿Lo recuerdas? Me comentaste lo mucho que te costaba entender por qué la gente creaba tantos prejuicios en torno a lo diferente, y me vi capaz de comprenderte como nunca antes lo había hecho.


-¿Qué nos pasó?- Me dijiste sin miedo- ¿Qué fue lo que hizo que nuestra amistad perdiera el sentimiento?


Debo reconocer que nunca había sentido un dolor tan abrumador como en aquel momento en el que te vi llorar y tuve que responder sin piedad.


-Sólo fue el amor. El amor que no tolera ver felicidad y que, por tal motivo, se encarga de apartar el sueño de tenerte siempre a mi lado. 


Me tomaste de la mano para luego sumergirnos en un adiós interminable, pero que fue el último.


¿Por qué se van los sueños? ¿Por qué uno deja de sentir?...


...Porque ayer me abandonaste.



viernes, 28 de enero de 2011

Muerte, sigilosa muerte.

Una oscura tarde de otoño en la que disfrutaba de observar cautelosamente el agua del río y en la que el viento lastimaba mis pupilas debido a su juego, Tadea agonizaba en su cama. No tardé mucho tiempo en enterarme que su alma se había reducido a un cuerpo sin vida. En el momento en que aquello sucedió, quedé impune frente a una risa cargada de dolor. Su muerte no sería demasiado relevante para la humanidad, pero lo sería para mi.
Apenas me informaron lo ocurrido supe que había sufrido demasiado segundos antes de morir y me apené sobremanera. Recordé una frase de Oscar Wilde que decía: "Aquel que vive más de una vida, tiene que sufrir más de una muerte" y me consolé pensando que eso era lo que había ocurrido. 
Era tal la nostalgia que sentía que llegué a creer que el amor jugaba entre las sombras produciendo siniestras caricias a nuestros corazones para luego arrastrarnos hacia el abismo de manera tal que pudiera alimentarse con nuestras almas, pero hoy sé que no es eso el amor. 
Tampoco es más que un recuerdo haberla querido, pero es un aprendizaje... aunque prefiera callarlo.
Poco a poco uno conoce gente y se olvida de quien conoció, pero nunca de quien fue.. y yo fui Tadea, mi personaje ficticio, quien no recorrió con sus manos el tacto de la muerte, pero quien mató un mató un sentimiento.

domingo, 9 de enero de 2011

Cielo, presencia.

No sé qué quiero expresar en este espacio tan limitado, tampoco sé si es un testimonio, un texto o un garabato sin sentido alguno. Sólo sé que cuando leas esto podrás estremecerte de tal manera que el evitar sonreír será en vano.
Recuerdo aquella noche oscura en la que caminábamos por la gran ciudad. Me mirabas fijamente esperando una respuesta a una pregunta complicada. No quería responder, pero tampoco era algo que hubiese podido evitar puesto que tenías el don innato para convencer e incluso hipnotizar cuando esperabas algo del entrevistado. Me sonreíste dulcemente para que cayera en tus garras, que de hecho, no tuve otra opción que hacerlo.

-Sí, la respuesta es sí.
-Entonces.. ¿Te gusto?

Respondí afirmativamente con la cabeza y miré hacia la nada. Y apenas lo dije supe que me había arrepentido. Hiciste una mueca, una que no me agradó en lo absoluto. No hacía falta que me confirmaras lo que sentías, pero tampoco era necesario que me dijeras que lo nuestro era demasiado complicado como para jugarte por tus sentimientos.

Permaneciste observándome, te paraste en seco y me besaste. ¿Te acuerdas de eso? Tus dulces labios se sellaron con un adiós y después de ese momento corriste hacia la nada, dejando a tu cabello corto jugar con el viento. Y no tuve oportunidad de volver a  verte, nunca más.

Ayer miraba el cielo, pensando que en la otra punta del mundo éste en vez de ser celeste sería casi negro. Pensaba en que era impresionante cómo el cielo puede estar en cualquier lugar donde estés, inclusive cuando uno se siente solo, y me decía a mi misma que SOS como un cielo.. lugar que vaya, lugar donde te tengo presente.




FELIZ 2011