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martes, 30 de agosto de 2011

             El futuro aún es nuestro




“Tendremos que arrepentirnos en esta generación, no tanto de las malas acciones ni de la gente perversa, sino del pasmoso silencio de la gente buena.” -Martin Luther King


Miraba el flamear de la bandera, sutil encanto que derramaba lágrimas de pobreza y destrucción. Una revolución se aproximaba, las voces del pueblo querían justicia, el latir de una clase obrera hacían eco para lograr ser escuchados, las incesantes palabras de las clases altas ponían en juego la estabilidad de un país que estaba a punto de ser arrojado sobre tierra y mar. Niños llorando buscando a sus madres, adolescentes lastimados en carne y hueso con los pedacitos de país que cortaban sus pies descalzos, mujeres golpeadas por un viento destructivo que amenazaba con llevarse a los débiles, hombres incapaces de abrazar a la Patria con sus enormes brazos… las risas se habían esfumado, la revolución estaba comenzando.


Hasta que apareció. Caminó despacio entre la multitud, ésta callaron sus voces ante la presencia de aquella mirada aterrorizante. Se paró en seco al llegar a ese pequeño espacio que dividía al pueblo con el poder, y el silencio se volvió casi intolerable.


Lo habían elegido, esa era una realidad, pero de nada había servido… porque, al igual que en ese instante, habían tenido que silenciar todo pensamiento por temor a ser penetrado con la mirada de aquel hombre poderoso.


Le llamaron dictadura, pero no estaba ni cerca de ser una. Eran simplemente esos ojos despiadados los que limitaban la libertad de expresión… no era ni una palabra ni un acto violento, era solo ESA manera inquietante que tenía al observar. Por esa razón subió a la cima, porque su mirada era diferente a las demás. Y por este motivo, el pueblo clamaba por compasión.


Sin embargo, su corazón estaba cargado de causas nobles, pero ya era en vano… toda una sociedad se encontraba ahora en llamas. La revolución había quemado sus cuerpos con ese fuego que absorbía lentamente las almas que se encontraban en paz.


Él, hombre superior, sonrió por primera vez en sus cinco décadas de vida, pero ya nadie podía verlo. A la oportunidad de cesar los llantos se las había llevado el viento… o el fuego.


Ahora sonreía, pero ya no podía quedarse. Ver morir a su pueblo marchitaba sus esperanzas, convertía esa sonrisa en lágrimas. Por eso, cuando se convirtió en el salvador, en el que su país necesitaba, se marchó cargado de dolor… pero si hay algo que puedo asegurar es que siempre mantuvo su corazón teñido de celeste y blanco.

6 comentarios:

  1. Sublime! Me ha encantado esta historia :) Por cierto, en tu blog personal no me deja comentarte, no sé por qué... aquí te copio lo que te había escrito. Besos! :)

    "No sé qué le pasa a blogger, pero nunca puedo comentarte y te leo siempre. Creo que todos los padres, en ese sentido, son iguales... pero llegaremos a su edad y a su situación, y quizá veamos las cosas de otra manera. Como me dijo un sabio profesor, la juventud siempre es rebelde y la ancianidad conservadora. Quizá nuestros sueños sean alocados, pero de no ser así, la sociedad nunca podría ir a mejor. Las utopías nunca se logran, pero gracias a que alguien luchó por un mundo perfecto se lograron grandes cambios. Hablar sin discutir es mejor que permanecer callada :) Un beso!
    Miss Bittersweet

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  2. Un gran escrito me trajo muchos recuerdos y reacciones, al leerte sabes amiga ami me da mucho pena, saber que siempre los jóvenes son utilizados he influenciados por los adultos políticos que lo único que desean es el poder y siembran la sisaña entre los jóvenes, haciéndolos creer que son los buenos de la película, siendo que son todos iguales, es muy bueno lo que has escrito pero no tengo mucho tiempo para comentar más, me gusto mucho.
    Besitos de luz que tengas una buena semana.

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  3. Y la historia se repetirá aquí o allí,porque el hombre desde que nació solo ha sabido destruir.
    Besos y cuídate.

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  4. Señorita, me encanta su forma de escribir, se que comento poco, o muy no nutrido, pero es que sus historias dejan un sentimiento de que nada se le puede agregar sin que desmeresca lo antes leido.

    Espero poder seguir leyendo de sus letras.

    saludos.

    DL

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  5. Me gustó el impetú del texto y el final fuerte. Hasta cierto punto una lucha poética por sus ideales, buen texto, besos

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  6. uy un poco pasado de melancolico pero muy bello

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